
Kevin es un inglés como muchos de los que se ven por aquí. Tiene tatuajes hasta detrás de las orejas y bebe cerveza a diario, tanta como para quedarse ebrio antes de acostarse. “It helps me falling asleep”, me dijo un día. Lo dijo como en broma, pero me parece que realmente lo decía en serio. La bebida también le habrá ayudado a adquirir la típica y tremenda “barriga cervecera” que pasea. Estuvo en prisión por una ofensa menor (realmente no sé por qué), y está separado o divorciado una vez. Tiene tres hijos de su primera mujer (de los que una todavía vive con él), y dos con la segunda y presente pareja. Trabaja (a destajo, a juzgar por el número de horas) como mecánico de autobuses, y es un auténtico manitas. De hecho, ha redecorado su casa y su jardín de arriba abajo (aunque con un gusto… digamos opuesto al mío propio), se arregla su coche y el de sus parientes cercanos, y alguna que otra vez también me ha reparado el mío.
Lo primero que hace al llegar a casa después del trabajo el abrir una lata de cerveza (“clic-ptssss”, y ya sabemos que ha venido), y de ahí pasa a su hobby favorito: alimentar a los zorros de Clothworkers Wood. Es tan paciente/ persistente con su tarea que incluso a conseguido que “Two Socks” (una zorrita con las patas delanteras negras, como calcetines, y de ahí el nombre) coja la comida que le pone a apenas medio metro de su mano.
Ayer le pude hacer esta foto. “I don’t go to the pub, y’know, so I spent my money in food for the foxes, y’know”, me decía con los ojos ligeramente enrojecidos y la voz como gangosa, después de la tercera o cuarta (o quinta?) lata de Carlsberg, y mientras le echaba carne asada y queso a “Two Socks”.
Muy buena gente, este Kevin. Me cae bien.
Lo primero que hace al llegar a casa después del trabajo el abrir una lata de cerveza (“clic-ptssss”, y ya sabemos que ha venido), y de ahí pasa a su hobby favorito: alimentar a los zorros de Clothworkers Wood. Es tan paciente/ persistente con su tarea que incluso a conseguido que “Two Socks” (una zorrita con las patas delanteras negras, como calcetines, y de ahí el nombre) coja la comida que le pone a apenas medio metro de su mano.
Ayer le pude hacer esta foto. “I don’t go to the pub, y’know, so I spent my money in food for the foxes, y’know”, me decía con los ojos ligeramente enrojecidos y la voz como gangosa, después de la tercera o cuarta (o quinta?) lata de Carlsberg, y mientras le echaba carne asada y queso a “Two Socks”.
Muy buena gente, este Kevin. Me cae bien.